La energía es un bien escaso en la naturaleza pero es fundamental para el desarrollo de las actividades del ser humano. Además es un factor de vital importancia para el avance hacia un desarrollo sostenible y repercute en el bienestar social y económico de nuestra sociedad. Posibilita ritmo y calidad de vida en nuestros hábitos diarios y es fundamental para la producción de riqueza industrial y comercial. La existencia de energía es de incalculable valor porque, además de su precio en dinero, la energía tiene un coste social, tratándose de un bien escaso en la naturaleza, agotable y que debemos compartir. Que la energía es imprescindible es algo que nadie puede poner en duda.

Una producción excesiva de energía o un uso indiscriminado o no eficiente de la misma, por otro lado, provoca efectos nocivos e impactos negativos sobre el medioambiente de un planeta que estamos obligados a conservar. Existe pues una repercusión negativa sobre el cambio climático, con el consiguiente deterioro de los ecosistemas naturales y perjuicios en la salud de los ciudadanos.

El consumo de las viviendas

Actualmente, los más de 17 millones de hogares que hay en España consumen aproximadamente el 30% de toda la energía nacional. Este consumo, que no ha dejado de aumentar en los últimos años como consecuencia del mayor equipamiento de las viviendas, se reparte entre la demanda de energía de la propia vivienda (18%) y el uso del coche particular (12%).

El consumo de energía en la vivienda depende de:

  • La zona climática donde se ubica la vivienda.
  • Su orientación.
  • La calidad constructiva y de los materiales.
  • El nivel de aislamiento.
  • El grado de equipamiento (cantidad y calidad).
  • El uso que damos a los equipos, etc.

 La contaminación de los hogares

Este consumo excesivo de energía de los edificios debido a que no ofrecen buen funcionamiento energético y óptimas condiciones internas de confort y bajo impacto ambiental, o por un uso no racional de los mismos, supone emisiones de dióxido de carbono (CO2) y otros gases “de efecto invernadero” ya que la energía que consumen proviene generalmente de fuentes no renovables.

Este fenómeno es un tema de vital importancia y un reto a nivel global que ya se refleja en la firma del protocolo de Kyoto en 2005 por los países desarrollados en el que se fija como objetivo la limitación de emisiones de CO2.

En España, cada una de nuestras viviendas emite aproximadamente 15 kg diarios de CO2 a la atmósfera, o lo que es lo mismo, 5 toneladas al año. Esta realidad se debe, principalmente, a la energía que consumimos, cuya factura asciende media a 700 € anuales por hogar. Habrá quien piense que es mucho; otros que no tanto. Pero lo que está claro es que es una cifra que daña el medio ambiente.

Es necesario pasar a la acción y ahorrar energía. Empezar a contribuir para frenar el cambio climático y reducir las emisiones de CO2 que provocan nuestras viviendas está más cerca de lo que pensamos. Podemos hacer mucho y para ello debemos conocer las opciones y soluciones disponibles.

En los hogares españoles se consume cerca de un tercio de toda la energía del país, ejerciendo un efecto muy directo sobre las emisiones totales de CO2.

El consumo de energía en calefacción, agua caliente sanitaria y en refrigeración durante el verano en los edificios constituye aproximadamente el 40% del consumo de energía de toda la Comunidad Europea.

Ahorro y Eficiencia

Ahorrar no significa sacrificarse. Reducir nuestra demanda de energía no implica tampoco pérdida de calidad de vida, sino eliminación del despilfarro. Ahorrar no implica en ningún caso perder bienestar. Si conseguimos que nuestras viviendas nuevas o aquellas que van a ser rehabilitadas sean más eficientes, estaremos ahorrando dinero en nuestra factura energética, casi sin percibirlo.

Una Vivienda Eficiente no es algo lejano. Nuestra vivienda habitual puede serlo, ya sea en el momento de comprar una nueva, al alquilar un inmueble o al modernizar la que ya poseemos. Los pasos son sencillos y los gastos que exige son recuperables a medio plazo.

Asumiendo sencillas pautas de conducta, todos y cada uno de los ciudadanos podemos contribuir a reducir sustancialmente nuestros consumos de energía sin renunciar en absoluto al confort.

Que hacen las gobiernos?

El consumo energético de nuestro país y su dependencia respecto a otros para satisfacer sus necesidades de energía han llegado a un punto crítico en el que debemos replantearnos algo muy importante: cómo reducir ese consumo y conseguir ser más eficientes.

El debate está abierto y todos estamos llamados a contribuir para definir qué energía queremos en el futuro, ya que las formas clásicas se agotan. La Unión Europea, el Gobierno de España, las Comunidades Autónomas y los poderes provinciales y municipales tienen el reto de marcar la agenda y, a su vez, los ciudadanos deben exigir que los cambios no lleguen demasiado tarde.

No es tiempo de dudar. Las empresas agrupadas en aras de una Vivienda Eficiente hace tiempo que no lo hacen. Confían en la importante aportación que una nueva cultura constructiva realizará para lograr los objetivos de España y de la Unión Europea de cara a 2020: menos contaminación, más eficiencia energética, más innovación y más calidad de vida.

Con la aplicación de programas, medidas y recursos públicos, articulados en torno a una planificación cuidadosamente diseñada, el Gobierno pretende demostrar su compromiso con la eficiencia, el ahorro de energía y las energías renovables, ejes imprescindibles de un modelo energético que encaje con los principios de la sostenibilidad. Pero, sin el concurso de los ciudadanos, sin su complicidad, sin la colaboración de todos, sin la suma de acciones individuales y colectivas, por pequeñas que sean, cada uno en su ámbito de actuación, la tarea no será posible.

En 2005 se rompió la tendencia continuada desde 1980 de crecimiento de la intensidad energética en nuestro país. Y eso es una magnífica noticia. Sólo los países ricos pueden combinar crecimiento con ahorro energético. Ése es el camino y debemos confiar en que la tendencia se consolide, objetivo que lograremos si todos perseveramos en aplicar a nuestra vida cotidiana hábitos de ahorro energético.

LA ESTRATEGIA

Quizás, como ciudadanos, somos poco conscientes del incalculable valor que tienen los recursos que, convertidos en electricidad, calor o combustible, hacen más fácil y confortable nuestra vida cotidiana y son la llave para que nuestras industrias y empresas progresen, o que exista esa asombrosa capacidad de transportar personas y mercancías. En definitiva, que sea posible la sociedad del bienestar.

De esta manera se plantea la necesidad de comprender los problemas globales del Planeta, y como consecuencia actuar tanto a nivel individual como a escalas superiores.

Un edificio pasa por diferentes etapas; diseño, construcción, uso-mantenimiento y demolición. Durante todo este proceso de vida útil existe un gran consumo energético con el consiguiente impacto sobre el medio ambiente.

En el ámbito de la edificación abordamos varias estrategias válidas para reducir el consumo energético:

1• Por un lado es posible REDUCIR LA DEMANDA DE ENERGÍA desde la fase de diseño.

Para ello, se deben tener en cuenta determinados parámetros bioclimáticos en el diseño, como el emplazamiento, las orientaciones o los vientos predominantes, que favorezcan la iluminación y la ventilación natural, así como el confort térmico, reduciendo o incluso evitando el empleo de sistemas artificiales.

En la elección de los materiales y sistemas constructivos a emplear, no sólo debemos tener en cuenta los costes energéticos iniciales de su extracción y fabricación, es importante comprender la ecuación energética a lo largo de toda su vida útil (posibilidad de ser reutilizado o reciclado, durabilidad, mantenimiento, ahorro energético derivado de su uso, et.) así como el elevado coste energético que supone trasladar los materiales desde su lugar de fabricación hasta la obra.

Si los principios bioclimáticos son insuficientes o de difícil aplicación, por restricciones de la ubicación, el diseño se puede apoyar en desarrollos tecnológicos que permiten disponer de soluciones constructivas que mejoran la eficiencia energética de los cerramientos o de determinados aislamientos térmicos y acústicos.

Una correcta ejecución de la envolvente térmica del edificio, hace que éste funcione de manera óptima, reduciendo la demanda energética de calefacción y refrigeración.

2• Además es posible aumentar los rendimientos de las instalaciones de nuestros edificios o incluso utilizar otros tipos más eficientes. La implantación de equipos e instalaciones eficientes conlleva un etiquetado ecológico que pretende guiar y ayudar en su elección. Es imprescindibles su buen uso y correcto mantenimiento para mantener su eficiencia con el paso del tiempo.

3• Una tercera opción es el empleo de fuentes de energía renovables que empleen fuentes de energía que no se agoten y que no sean contaminantes, ya que de la energía que se consume en el sector edificatorio, la mayor parte proviene de fuentes de energía agotables, generalmente del petróleo o del carbón. Además su proceso de combustión produce emisiones de gases nocivos, como el CO2 (vinculado al deterioro del medio ambiente y a la aparición del cambio climático).

Cabe destacar que es de vital importancia para la efectividad de las medidas comentadas, el uso que de dichas medidas hagan los habitantes de los edificios. En la etapa de uso y mantenimiento los usuarios, en función del nivel económico que ostentan, son cada vez más exigentes en cuanto a sus comodidades, lo que conlleva a un mayor consumo energético en los edificios, tanto del sector doméstico como del sector servicios. Este hecho provoca un aumento de las emisiones de CO2 y de otros gases de efecto invernadero.

Los usuarios deben favorecer y potenciar con hábitos sostenibles las posibilidades que ofrece el edificio y sus instalaciones, en este sentido, la domótica puede permitir un control automático de los elementos que forman el edificio.

 Podemos cuidar el planeta desde casa

Todos estamos implicados en esta lucha por un planeta más habitable. En el futuro deberán cambiar nuestros hábitos de consumo de energía, al igual que cambiará el tipo de energía que consumiremos. Es posible que dentro de poco el coche de gasolina o quemar carbón para producir electricidad sean vistos como cosas de un pasado bárbaro, lo mismo que no contar con viviendas eficientes energéticamente.

Los tímidos logros alcanzados en la Cumbres del Clima, desde Copenhague en 2009 hasta la fecha, no deben sino animar a buscar compromisos más exigentes a medio plazo.

Los esfuerzos no deben ser meras declaraciones de intenciones, sino compromisos realistas alcanzables a corto y medio plazo. Una vivienda eficiente es una solución tecnológicamente disponible, preparada para empezar a contribuir desde ya a un futuro ecológico más sostenible.

Si apostamos de verdad por una Vivienda más eficiente comprobaremos cómo de modo real y efectivo esa Vivienda colabora en la lucha contra el cambio climático y la reducción de  los gases de efecto invernadero. Una Vivienda Eficiente ayudará a definir el modelo energético más sostenible para el futuro. Es el momento de que nuestra vivienda ahorre y que, a la vez, cuide de nuestro Planeta.